Comentario al evangelio del 20 de enero del 2012

19/01/2013 Más

Hemos escuchado en el evangelio un texto muy conocido: Jesús convierte el agua en vino para que haya para todos.
Se parece a aquel otro signo que Jesús realizó en el desierto, multiplicando los panes, para que hubiera comida para todos.
Son signos a favor de la “vida” y para la “vida”. Por eso, Jesús no aceptó nunca hacer signos “espectaculares o maravillosos”, para adquirir prestigio o para dar espectáculo, como la gente esperaba y pedía.
Los signos de Jesús son signos sencillos a favor de la vida, para ayudar a la gente.
Nosotros somos invitados a “convertir el agua en vino”, pero no entendiéndolo literalmente.
Somos invitados a convertir las cosas “cotidianas y sencillas” de la vida, que a veces valoramos tan poco, en cosas “agradables y valiosas”.
En la vida de cada día hay montones de cosas que hacemos “rutinariamente”, porque nos hemos acostumbrado a ellas, pero que hechas de otra manera, cambian por completo.
Atender a un anciano.
Cuidar a un enfermo.
Escuchar a un niño.
Comprender a quien tiene problemas y compartirlos.
Dar una limosna con una sonrisa.
Respetar y valorar las opiniones de los demás, no queriendo tener siempre razón.
Preparar las cosas de casa.
Tener paciencia con los niños.
…etc.
Todas estas cosas, de la vida de cada día, serán “rutinarias e intrascendentes” o “agradables y valiosas” según el espíritu y el ánimo con que se realicen.
Pero, sobre todo, dependerá del “amor” que se ponga en todo ello.
Al fin y al cabo se trata de hacer cosas para los demás y por los demás y de cara a los demás, el amor es lo que más cuenta
(Juan Jaúregui www.juanjauregui.es)

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